martes, 29 de julio de 2014

LA DISPONIBILIDAD DEL CREYENTE.

Una de las características mas sobresalientes de un creyente que desea agradar a Dios es que siempre debe estar dispuesto. En la vida cristiana se nos presentan numerosas oportunidades para servir en la obra de Dios pero no en todas ellas mostramos el mismo interés.
Normalmente cuando convocamos una vigilia de oración la asistencia suele ser muy escasa; sin embargo, cuando organizamos una excursión acude la mayoría de la iglesia. Esto ocurre en todas las congregaciones: Son muchos los que están dispuestos a participar en lo que es de su agrado y muy pocos los que están comprometidos seriamente con los asuntos de Dios.
El creyente siempre debe estar dispuesto, le guste o no el servicio que ha de prestar, porque servir a Dios además de ser una obligación es también un gran privilegio. Obedecer sus mandatos trae bendición a nuestras vidas y nos permite alcanzar todas las promesas que él tiene para nosotros. La Biblia nos muestra numerosos ejemplos de creyentes que estuvieron dispuestos a pagar cualquier precio por servir a Dios.

JOSUÉ 1:7-9 "Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley , sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas".

A Josué se le aseguró el éxito de su misión, siempre que tuviera el cuidado de seguir las instrucciones del libro de la Ley y fuera esforzado y valiente. Las generaciones siguientes habrían de aprender lo necesario que era meditar diariamente en la Ley y de hacer caso a sus mandamientos, para prosperar espiritual y materialmente.
Josué llamó inmediatamente al pueblo a prepararse para cruzar el Jordán. Su valor, firmeza e inquebrantable fidelidad a la ley de Jehová le sirvieron como condiciones indispensables para iniciar y completar con éxito la conquista de Canaán; llegados a este punto dice la Biblia. "No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió" (Josué 21:45).

NEHEMÍAS 1:3-4; 2:17; 4:17  "Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos". "Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio". "Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada".

Las tristes noticias recibidas por Nehemías sobre el deplorable estado de Jerusalén conmovieron su corazón. Después de oír estas palabras se sentó, lloró, hizo duelo, ayunó y oró. Luego actuó, no se quedó quieto, estuvo dispuesto a hacer todo lo necesario para que la situación de la ciudad cambiara. Él tenía muy claro que si todos estaban dispuestos a trabajar en la construcción de los muros, Dios que es grande estaría con ellos y cumpliría su pacto.
Nehemías se identificó con el pueblo y estaba preocupado personalmente por el problema, no trató de esconder la realidad de los hechos, sino que animó al pueblo a reedificar. Con una actitud positiva y una buena disponibilidad consiguió la cooperación de los demás y distribuyó el trabajo. Todos trabajaron unidos.
Finalmente, gracias a la perseverancia de Nehemías, y a pesar de las continuas adversidades, el muro fue terminado y todas las naciones que estaban alrededor temieron, se sintieron humillados y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra (Nehemías 6:15-16).

DANIEL 1:8-9 "Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligarse a contaminarse. Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos".

Daniel se mostró totalmente firme en su devoción israelita. Le habían cambiado el nombre, pero no le pudieron cambiar el corazón. Él estaba dispuesto a no contaminarse con la comida ni con el vino del rey; y sus compañeros hicieron lo mismo.
En la corte real de Babilonia (es decir, en un ambiente completamente pagano), Daniel y sus compañeros de exilio deciden no mancharse comiendo alimentos que la ley de Moisés declaraba impuros, y Dios, en recompensa, les concede una salud excelente y una sabiduría superior a la de los magos y adivinos del rey (Daniel 1:15, 17, 20). Dios bendice grandemente cuando permanecemos firmes en su Palabra y no participamos en las costumbres paganas de esta sociedad.
Daniel y su compañeros fueron ejemplos de fidelidad al Dios de Israel porque estuvieron dispuestos a sacrificar los placeres del mundo por una total obediencia a Dios.
¿Estamos nosotros dispuestos, como estos siervos de Dios, a buscar primeramente las cosas del Reino y darles la prioridad que merecen?




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