domingo, 10 de septiembre de 2017

VIVIR SEGÚN LA PALABRA.

¿Te has preguntado alguna vez por qué algunos creyentes prosperan espiritualmente mientras que otros no avanzan en su relación con Dios? La respuesta a esa pregunta radica en lo que esos creyentes hacen para fortalecer su vida espiritual. Sin un tiempo diario de meditación en la Palabra, a los creyentes les falta fuerza espiritual  para enfrentarse a las situaciones adversas que cada día se nos presentan.
Uno de los secretos para vivir de victoria en victoria es el estudio de la Palabra de Dios. Los creyentes que buscan cada día la fortaleza de la Biblia conocen el valor de los devocionales diarios. Ese tiempo con Dios es tan importante como nuestra comida diaria.

"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien" (Josué 1:8).

La sociedad actual se burla de quienes siguen los mandatos de la Biblia. Muchos no creen que la Biblia sea una guía para vivir piadosamente. Sin embargo, los que han obedecido la Palabra de Dios han descubierto los beneficios de seguir los mandamientos de Dios.
Josué fue uno de muchos personajes bíblicos que conocía el valor de aferrarse a la Palabra de Dios. Su primera responsabilidad, antes de entrar en la tierra prometida, fue hacer de la Palabra una parte de su vida. Conocer la ley y obedecerla le haría prosperar y todo le saldría bien para conquistar la tierra de Canaán.
Las enseñanzas modernas sobre la prosperidad hacen hincapié en la prosperidad económica. Pero la Biblia no nos garantiza el éxito material. Muchos que obedecieron a Dios no siempre llevaron una vida acomodada, incluso algunos llevaron una vida de pobreza y sufrimiento por su obediencia a la Palabra de Dios, pero aún así prosperaron espiritualmente y recibieron grandes bendiciones de Dios que compartieron con los demás.

"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace prosperará" (Salmo 1: 1-3).

También el salmista conocía el valor de llevar una vida recta. En el Salmo 1 comparó el camino de los pecadores con el de quienes viven conforme a la Palabra de Dios.
La sociedad actual camina a pasos agigantados hacia su propia destrucción por no obedecer los mandatos de Dios. Esta sociedad sigue una conducta inmoral, vive de una manera desordenada, buscando los placeres de este mundo para satisfacer su ego.
Sin embargo, los creyentes sabios se deleitan en la Palabra de Dios. En vez de llenar su mente con las actitudes del mundo, el creyente meditará en la Palabra de Dios. Cuando hacemos eso, nos da el conocimiento que necesitamos para andar sabiamente en este mundo. La enseñanza de la Palabra de Dios sostiene la vida y la productividad como el agua alimenta a un árbol.
El resultado de nuestra obediencia a la Palabra de Dios es prosperidad en lo que hacemos. Cuando meditamos en la Palabra, se vuelve parte de nuestra vida. Como resultado, nuestra conducta estará en armonía con la voluntad de Dios.