jueves, 11 de junio de 2009

PODEMOS CAMBIAR EL MUNDO

He meditado durante estos días en la crisis mundial que estamos viviendo, no sólo en los aspectos económicos sino en los valores morales y las relaciones humanas a los que cada vez les damos menos importancia. Sin embargo, hoy quiero deciros que llevar a la práctica el gran mandamiento puede mejorar el mundo.
Para ello, tendríamos que dejar de pensar en nosotros mismos y ponernos en la piel del otro, poner a un lado nuestros intereses particulares y buscar el bien común. El egoísmo no tiene cabida en este proyecto.
Pensemos ahora en lo que nos gustaría que los demás hicieran con nosotros, pues eso mismo tendríamos que hacer nosotros con los demás. Si buscamos respeto, respetemos. Si no queremos que hablen mal de nosotros, hablemos bien de los otros. Si deseamos la paz, no hagamos la guerra. Valoremos lo que hay dentro de cada ser humano.
Propongámonos dar lo mejor de nosotros a los demás y recibiremos lo mejor de ellos. Os dejo una frase de Hugh Cooper, padre, en 1880: "Dale al mundo lo mejor de ti y lo mejor volverá a ti".

domingo, 17 de mayo de 2009

EL GRAN MANDAMIENTO

De nuevo me pongo en contacto con vosotros para hablaros del más grande e importante mandamiento que encontramos en la palabra de Dios: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
(Mateo 22:37-39).
Considero fundamental para la vida cristiana que tengamos como cimientos fuertes y sólidos el amor a Dios, al prójimo y a uno mismo. Sobre ellos podemos edificar con seguridad y confianza puesto que forman un gran mandamiento en el que todos los demás se resumen.
Amar es lo primero que Dios nos demanda y, por lo tanto, lo primero que hemos de ofrecerle. Debemos amar a Dios de una forma cercana y personal, con respeto, obedeciéndole en todo y dependiendo de Él por completo.
Hemos de amarle con todo nuestro ser, sirviéndole siempre de forma desinteresada sin esperar nada a cambio, sin "chantajes".
También debemos amar al prójimo como a nosotros mismos. Este ordenado y santo amor hacia nosotros implica un interés legítimo por el bienestar de nuestra alma y nuestro cuerpo. No debemos descuidar nuestra vida, convirtiéndonos en "ladrones" y "asesinos" de nosotros mismos.
Por el contrario, tampoco pongamos nuestra mirada en los prototipos y modelos idealizados que la sociedad actual nos ofrece.Seamos naturales y sencillos, tal como somos, criaturas de Dios.
Teniendo en cuenta esto, amemos al prójimo con la misma sinceridad y con el mismo interés con que nos amamos a nosotros mismos; incluso negándonos por el bien de nuestro prójimo, pues Dios es bueno para con todos (Salmo 145:9).

domingo, 3 de mayo de 2009

SALUDO

Queridos amigos:
Hoy os escribo por primera vez para compartir con vosotros mis pensamientos acerca de la influencia de Dios en mi vida.
Espero que cuando leáis cada una de mis cartas encontréis en ellas una ayuda para vosotros. Procuraré enviaros un mensaje cada semana.
Que Dios os bendiga.