La
segunda pieza de la armadura de Dios es la coraza de justicia. El soldado
romano salía a la batalla con su coraza, una pieza sólida con forma de chaleco
de cuero o de metal que protegía tanto el pecho como la espalda, manteniendo el
corazón y otros órganos vitales del cuerpo seguros contra las armas arrojadizas
del enemigo.
“y vestidos con la coraza de justicia” (Efesios 6:14b).
El apóstol Pablo
vincula la coraza con la justicia. Ambos términos ya se mencionan juntos en
otras partes de la carta haciendo referencia a vestirse del nuevo hombre (4:24)
y a andar como hijos de luz (5:9). La justicia de Dios como una coraza cubre y
protege las áreas vitales de la vida espiritual del creyente.
La
justicia de la que habla aquí el apóstol no es la imputada, es decir, aquella
justicia perfecta que Dios aplica en todo creyente cuando deposita su fe en
Cristo (2 Co 5:21), sino la justicia de Dios que se hace presente en la vida
del que ha creído. Las obras del creyente son testimonio de haber sido
justificado y de vivir ya en la justicia (He 11:4).
La
coraza de justicia que nos ponemos para quedar vestidos con la armadura de Dios
es la justicia práctica de una vida consagrada en obediencia a la Palabra de
Dios. Esta parte de la armadura de Dios es la vida en santidad, para la cual
Dios nos da la norma y el poder, y para la cual también debemos estar siempre
dispuestos a vestirnos con nuestra justicia práctica.
Esta
coraza también representa la vida justa del creyente, que en otra carta el
mismo apóstol Pablo llama “coraza de fe y amor” (1 Ts 5:8). La fe que nos
permite vivir a Cristo nos ayudará a alcanzar la victoria, siempre que andemos
por el camino del amor. Esta misma coraza ha de estar impregnada de santidad y
rectitud moral (Ro 6:13; 14:17).
Tengamos
en cuenta que, en nuestros intentos de vivir una vida que agrade a Dios, impedir
nuestras acciones justas será uno de los objetivos de Satanás. La protección
contra esos ataques es la coraza de justicia. Cuando venga el calumniador con
sus acusaciones, la coraza de justicia es la defensa del creyente (Ro 3:24;
5:1, 9).
El
que vive en justicia se mantiene en victoria frente a las asechanzas del
diablo. La justicia es algo con lo que debemos vestirnos, quedando envueltos en
ella, así como los soldados antiguos que se cubrían por completo con corazas
impenetrables que protegían sus vidas.
Los que
hemos sido salvos y hechos justos por la gracia de Dios debemos diariamente
tomar decisiones justas. Dios nos da su armadura para que nosotros podamos
vivir de la forma que Él espera que vivamos: Como Jesús lo hizo. Jesús es
nuestro modelo de justicia.