sábado, 27 de octubre de 2012

DIOS TE AMA.

El apóstol Juan escribió "... Dios es amor..." (1 Juan 4:16). Sabemos que todas las acciones y decisiones de Dios están basadas en su amor. Por más grotesca que sea la imagen que los ateos difundan acerca de Dios, el Creador sigue siendo amor y lo manifiesta grandemente en nuestras vidas.
Su amor es eterno, infinito, universal y personal. Sí, aunque tú no quieras tener relación con Dios, Él sí quiere tenerla y desea estar cerca de ti porque te ama. El amor de Dios es lo más precioso del cielo para el hombre.
Cuando comprendemos que Dios nos ama, dejamos el mezquino mundo de nuestro yo y nos convertimos en siervos de Dios. Es por el infinito amor de Dios que nuestros pecados son perdonados y podemos tener una  preciosa comunión con Él, una comunión estrecha e íntima que nos proporcionará la confianza, la fuerza y la esperanza que necesitamos para afrontar con firmeza los problemas que va apareciendo a diario en nuestra vida.
El amor de Dios emana de lo más profundo de su Ser. Es un amor voluntario y sacrificial, tal como refleja su Palabra: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). El amor de Dios no pide, sino que da lo mejor que posee como demostración de que es auténtico. Vemos esto con la muerte de Jesús en la cruz del Calvario, donde derramó su sangre por nosotros para limpiarnos de toda maldad, perdonar nuestros pecados y reconciliarnos con Dios, salvando nuestra alma para vida eterna. ¡Esto es amor!
La grandeza del mar, la altura del cielo, la extensión del universo, lo dilatado del cosmos, le son difíciles de comprender al hombre en su totalidad a pesar de la avanzada tecnología de la humanidad en este siglo XXI.
Todo esto fue creado por Alguien. Hubo un tiempo en que no había nada, absolutamente nada, sino sólo Dios. Pero luego lo creó todo. Las estrellas, los planetas, en fin, todo lo que existe ha surgido en obediencia a la Palabra de Dios.
Pero existe algo mucho más incomprensible en este universo. Me refiero al amor del Altísimo. El amor del Señor es grande y abarca toda la historia de la humanidad. Desde el primer hombre hasta nosotros, el amor de Dios es inmutable, poderoso e inmenso.
Tal como he indicado en párrafos anteriores, el triunfo del amor de Dios se manifestó en la cruz cuando su Hijo, también en obediencia a la Palabra del Padre, entregó su vida a la muerte para rescatar al mundo perdido que se hallaba bajo el poder de Satanás.
Por algunos días, aquellos que habían seguido al Maestro pensaron que habían perdido para siempre a su Rey. Pero Jesús salió de la tumba victorioso y lleno de gloria, de poder y de amor. Resucitó para continuar ejerciendo, a través de los discípulos y de la iglesia primitiva, el plan de salvación de Dios por medio del amor.
Este amor fluye de la gracia y la misericordia de Dios. No tenemos que pagar ningún precio, ni ofrecer ningún sacrificio puesto que el Señor Jesús lo hizo por nosotros. Es por fe que el hombre puede creer, sentir y recibir este amor, aceptando a Jesucristo como Señor y Salvador. ¡Que Dios te bendiga!

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