viernes, 12 de octubre de 2012

ORAR SIN CESAR.

La Biblia nos dice en Efesios 6:18 que oremos "en todo tiempo" y en 1 Tesalonicenses 5:17 que lo hagamos "sin cesar". Pero ¿cómo puede una persona orar siempre? ¿Cómo puede orar en todo tiempo? ¿Y sin cesar?
Por supuesto que esto no significa que debemos estar encerrados en un cuarto y permanecer continuamente de rodillas, con la cabeza inclinada y los ojos cerrados las 24 horas del día. No, "orar sin cesar" es vivir sabiendo que Dios escucha nuestras oraciones en cualquier momento y en cualquier lugar. Es vivir en  íntima y continua comunión con Jesucristo: "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. (Juan 15:4)". 
Es fácil ver que orar significa más que arrodillarse. Es más que pasar el tiempo en actos de adoración y peticiones. La oración tiene que hacerse "siempre", "en todo tiempo". Por consiguiente, tiene que ser una actitud o una manera de vivir.
Ahora bien, las actitudes y los hábitos se forman haciendo las cosas una y otra vez. Lo mismo podemos decir de la oración. No podremos orar "en todo tiempo y si cesar", a menos que hagamos de la oración un hábito.
Lo anterior no significa que debamos juzgar nuestra vida de oración por el tiempo que pasamos orando. Más bien debemos juzgarla por la calidad de nuestras oraciones. Muchas veces nuestra mente está en casa mientras nuestro cuerpo está en la iglesia. O bien, nuestra mente está en la cocina cuando estamos arrodillados en oración. Si aprendemos a orar correctamente, podremos andar bien todo el tiempo. Esto es lo que queremos decir con las palabras "orando siempre", "en todo tiempo". Por lo tanto, debemos aprender a conocer la voluntad de Dios por medio de su Palabra sometiéndonos a ella en oración y adorando al Señor, hasta que podamos a andar a toda hora del día conforme al plan que El tiene para nuestra vida.
Es cierto que no se les exige a los creyentes que llevemos una vida de monasterio en cuanto a la oración pero, en cierta manera, sí tenemos la responsabilidad de establecer un plan, así como lo hacía el profeta Daniel, quien oraba tres veces al día con su rostro hacia la destruida ciudad de Jerusalén. A diario tenemos que mantenernos en contacto con Dios. Alguien lo expresaba de forma muy familiar "orar es mantener abierta la línea hacia el cielo y desde el cielo". Aun cuando estamos desempeñando nuestros quehaceres diarios podemos estar en una actitud de constante meditación.
Jesús es nuestro ejemplo en la vida de oración. El pasaba largas horas en oración con el objeto de buscar la voluntad de su Padre. El nos enseña a orar por medio de la oración conocida popularmente  como el Padrenuestro y que podemos leer en Mateo 6:9-13.
Cuando aprendamos a orar como Jesús nos enseñó a hacerlo, aprenderemos a vivir como El vivió. ¡Cuando busquemos primeramente el reino de Dios, entonces sí estaremos orando siempre, en todo tiempo y sin cesar!
Mientras sean para nosotros más importantes las cosas que necesitamos que la voluntad de Dios, andaremos a tropezones en nuestra vida espiritual, calculando las horas que pasamos en oración. Pero Dios no está con un reloj en la mano para ver cuánto tiempo nos quedamos en el cuarto de oración. ¡Lo que Dios procura es ser el Señor de nuestra vida en todo momento y todos los días!



No hay comentarios:

Publicar un comentario