domingo, 22 de enero de 2012

DESEANDO QUE LLEGUE EL AVIVAMIENTO.

Todos, especialmente los que ejercemos un ministerio, deseamos que llegue un gran avivamiento y cuanto antes mejor. Nos ilusiona pensar que mucha gente, familiares, amigos, vecinos,... rindan sus vidas a Cristo, acudan en multitud a la iglesia y vean el poder de Dios manifestarse grandemente mediante prodigios, señales y milagros.
Todo esto está muy bien pero para que sea una realidad hoy día, tenemos que dar un paso importantísimo en nuestra vida espiritual que consiste en actuar conforme a MATEO 6:33 "BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODAS ESTA COSAS OS SERÁN AÑADIDAS".
Surge entonces la pregunta: ¿Dónde podemos buscar el reino de Dios y su justicia?, la respuesta es bien sencilla: En su Santa Palabra.
Si leemos diariamente y grabamos en nuestro corazón la palabra de Dios, ésta será sembrada en nuestra vida como la semilla que cayó en buena tierra, nació y llevó fruto a ciento por uno. El corazón bueno y recto que retiene la palabra da fruto con perseverancia (Lucas 8:8,15).
La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12). Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Timoteo 3:16-17).
La palabra de Dios tiene capacidad para quebrantar, cambiar, restaurar y sanar. Esa misma palabra nos da la llave para abrir la puerta del reino de Dios, pero para que verdaderamente sea eficaz tenemos que desprendernos de aquellas cosas que nos estorban, y ¿cómo puedo desprenderme de todo eso?.
En primer lugar, reconociendo que yo no puedo hacer nada solo, ni por mi mismo; necesito la ayuda y la dirección del Espíritu Santo. Él estará con nosotros, nos enseñará todas las cosas, nos recordará todo lo que Jesús dijo y nos guiará a toda verdad (Juan 14:16,26; 16:13).
En segundo lugar, esperando en oración, todos unidos y con un mismo sentir, que llegue la unción del Espíritu Santo, al igual que sucedió el día de Pentecostés; como supieron esperar les llegó la promesa y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos (Hechos 2:1-4, 41-47).
Queridos hermanos y amigos, si somos fieles haciendo esto y obedecemos la palabra de Dios, pronto veremos todas las promesas cumplidas en nuestra amada tierra, Almería, o en el lugar donde os encontréis. Amén.

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