sábado, 7 de enero de 2012

BENDICIONES QUE RECIBIMOS POR OBEDECER LA PALABRA DE DIOS.

Desde tiempos remotos Dios prometió bendecir a todos aquellos que obedecieran su Palabra. Ya en el Pacto con los hijos de Israel en el Monte Sinaí les dijo: "Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel" (Éxodo 19:5,6).
También se les promete y se les asegura a todos los niveles el favor de Dios, si son obedientes a los mandamientos que les ha dado. A ellos y a sus hijos les iría bien para siempre, sus familias aumentarían en número y en bienestar, tendrían abundancia de todos los bienes de la vida y tendrían éxito en todos sus quehaceres (Deuteronomio 5:29; 7:12; 28:1-14).
A este mismo pueblo, que había visto las grandes obras que el Señor había hecho, Dios le ordena que guarden todos los mandamientos para que sean fortalecidos y entren a poseer la Tierra Prometida, y para que les fuesen prolongados los días sobre la tierra (Deuteronomio 11:8-12).
De igual manera, hoy día, nosotros, los creyentes que queremos el poder del Espíritu Santo para testificar y conquistar espiritualmente nuestra tierra, deberíamos ser constantes y fieles en guardar su Palabra para alcanzar las promesas y bendiciones que Dios tiene preparadas para cada uno de nosotros.
Más adelante, Dios le dijo a Josué que meditara, guardara y actuara conforme a todo lo que estaba escrito en el libro de la Ley, porque entonces haría prosperar su camino y todo le saldría bien (Josué 1:8).
La humilde, sencilla y concienzuda obediencia a la Palabra de Dios le es más agradable y aceptable que todos los holocaustos, sacrificios y ceremonias. El Señor rechazó a Saúl como rey porque éste rechazó la palabra del Señor (1 Samuel 15:22, 23).
Confiar en los esfuerzos humanos para complacer a Dios es un engaño de Satanás. El camino de la obediencia será el que siempre nos lleve hacia Él.
"He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos del Señor vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos del Señor vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido" (Deuteronomio 11:26-28).
El Señor amonesta y reprende a todos aquellos que no andan en sus estatutos ni han obedecido sus decretos, sino que hacen según las costumbres de las naciones que los rodean (Ezequiel 11:12).
Para concluir, dos promesas de parte del Señor en el Nuevo Testamento: el que persevera en la Palabra será bienaventurado en todo lo que hace (Santiago 1:25) y el que guarda sus mandamientos recibirá de Él cualquier cosa que le pida (1 Juan 3:22).

No hay comentarios:

Publicar un comentario