Daniel, cuyo nombre en hebreo significa
“Dios es mi juez”, es el cuarto de los llamados profetas mayores, autor del libro que lleva su nombre, muy estimado
entre los judíos de todos los tiempos (Mateo 24:15), descendiente de la familia
real de David, que fue llevado cautivo a Babilonia cuando era muy joven, en el
año tercero del reinado de Joacim de Judá (600 a.C.).
DANIEL
FUE ESCOGIDO PARA PREPARARSE EN LA CORTE REAL. Daniel 1:1-7
Daniel comenzó su
educación humana antes de recibir las visiones divinas. Con la deportación del
rey Joacim, en la que Daniel y otros jóvenes de la nobleza fueron también
deportados a Babilonia, éstos fueron escogidos para recibir la educación
caldea, a fin de que fuesen aptos para desempeñar después puestos de gobierno.
Daniel
y sus compañeros eran jóvenes del linaje real o de la nobleza, de buen parecer
y fina educación, sabios e idóneos, a los que el jefe de los eunucos debía
educar en la lengua, la literatura, las leyes y las costumbres de los caldeos.
El rey babilónico quería tratar con toda
generosidad a los que se educasen para ayudarles después en las tareas de
gobierno. Su educación cultural había de durar tres años. Durante ese tiempo
recibirían diariamente una porción de la comida y del vino del rey. También sus
nombres fueron cambiados.
DANIEL
SE MOSTRÓ FIRME EN SU FE. Daniel 1:8-16
Daniel se mostró totalmente firme en su
devoción israelita. Le habían cambiado el nombre, pero no le pudieron cambiar
el corazón. Él se propuso no contaminarse con la comida ni con el vino del rey;
y sus compañeros hicieron lo mismo.
¿Deben
los jóvenes creyentes acogerse a las costumbres mundanas?
Obraron así por principios de conciencia.
No era pecado comer de la mesa del rey ni beber del vino del rey. Pero:
(A) No estaban seguros de que la carne fuese
de animales limpios según la Ley, ni de que hubiese sido preparada de la forma
prescrita por las leyes mosaicas concernientes a la comida.
(B) Tanto la comida como el vino habían sido
dedicados previamente a los dioses de Babilonia, como era la costumbre;
participar, pues, de ello equivalía a reconocer como verdaderas deidades a los
ídolos del país.
El jefe de los eunucos, Aspenaz, puso
objeciones a la petición de Daniel, pero éste consiguió que el subalterno
Melsar consintiera. La prueba era fácil: legumbres y agua durante diez días, y
a comparar el aspecto de ellos con el de los demás jóvenes que eran educados
juntamente con ellos.
La prueba resultó un éxito para los cuatro
israelitas y, por consiguiente, continuaron con su dieta, lo cual les
aprovechó, no solo en lo físico, sino también en lo mental y hasta en lo
espiritual. Dios bendice grandemente cuando permanecemos firmes en su Palabra y
no participamos en las costumbres paganas de esta sociedad.
DANIEL
ACTUÓ SABIAMENTE Y RECIBIÓ SU RECOMPENSA. Daniel 1:17-21
La gran sabiduría que otorgó Dios a Daniel
y a sus compañeros fue:
1. Un
contrapeso a sus pérdidas.Por el pecado de sus padres, estos
jóvenes habían sido privados de sus honores, riquezas y honestos deleites de
que habrían podido disfrutar en su patria; pero Dios les dio conocimiento e
inteligencia en todas las letras y ciencias.
2. Una
recompensa por su integridad. Ellos guardaron las
normas de su fe aun en los detalles más minuciosos, y Dios les recompensó por
eso. A Daniel le dio doble porción, pues, además del conocimiento y la
sabiduría en ciencias y letras, le dio (v.17) facilidad para interpretar toda
clase de visiones y sueños.
3. Una
estupenda preparación para el futuro. Pasados los tres años de
educación (vv.18-20), fueron presentados al rey, quien los examinó a fondo y
los halló muy superiores a todos los demás condiscípulos que se educaban con
ellos y diez veces superiores a todos los magos y astrólogos que había en todo
el reino.
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