jueves, 10 de agosto de 2017

PERSEVERAD EN EL TESTIMONIO.

Otra área especialmente importante de nuestra vida espiritual en la que los cristianos debemos perseverar es en el testimonio personal, es decir, contarles a los demás cuán grandes cosas ha hecho Dios con nosotros y dar un buen ejemplo de ello con nuestras acciones.
En la historia bíblica del encuentro de Jesús con el endemoniado gadareno, éste quería estar con Jesús y ser su discípulo, siguiéndole en cada momento después de haber sido liberado. Sin embargo, Jesús tenía para él una misión diferente.

"Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti". (Marcos 5:18-19).

Cristo le manda ir a su casa y a los suyos, con un ministerio de testimonio. Debía quedarse en la región para testificar a los suyos lo que Dios había hecho con él. Le envía a su casa, en el sentido de su entorno más próximo e íntimo. Los familiares serían los primeros alcanzados por el testimonio del que había sido liberado por Jesús. Pero el área de servicio alcanzaba también al resto de sus conciudadanos.
No todos tenemos ministerio dentro de la iglesia local. Aunque nunca hayamos sido llamados a predicar, ni a desempeñar otra tarea o responsabilidad, si podemos comunicar el evangelio mediante nuestro testimonio personal hablado y con nuestro ejemplo a vecinos, amigos, compañeros de trabajo y estudios, etc...
Podemos encontrar muchas oportunidades al hablar con los demás, de contarles como el evangelio, la doctrina de Cristo, puede satisfacer una necesidad específica en la vida de ellos.
El evangelismo personal o el compartir las buenas nuevas uno a uno todavía es una manera fructífera y maravillosa de traer hombres y mujeres a los pies de Cristo. Más efectivo incluso que las predicaciones o las actividades de entretenimiento que suelen prepararse en las iglesias, que también hay que hacerlas.
La verdadera actividad misionera comienza por el entorno más próximo, en este caso con los de su casa. Pero no se detiene ahí, sino que se extiende a todo el territorio alcanzable. En ocasiones la visión de evangelización se centra en países lejanos, olvidando la proximidad de los miembros de la familia y la más cercana del área en que el cristiano viva. 

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