domingo, 25 de agosto de 2013

EL VALLE DE LOS HUESOS SECOS.

Ezequiel 37:1-14
 La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.
Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.
Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.
Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.
Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.
Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.
10 Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.
11 Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.
12 Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel.
13 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.
14 Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.

El valle de los huesos secos.
En su sentido literal, el presente texto solamente se refiere a la resurrección política y espiritual de Israel, tal como nos indica el versículo 11, pero también puede aplicarse a la restauración espiritual del pueblo de Dios hoy día; es necesario que la iglesia del Señor pase de un estado de sequedad y "muerte" a un estado de vida santa y poderosa.
Dios ordena a Ezequiel profetizar sobre los huesos, declarando vida sobre esa sequedad. De igual manera, Dios desea que tengamos vida y que la tengamos en abundancia (Juan 10:10); con este propósito envió a su Hijo, pero nosotros, su pueblo, seguimos viviendo en un estado de permanente sequedad.
Entonces, ¿Qué nos da la vida espiritual? La Palabra de Dios y el aliento vital del Espíritu Santo.
La palabra del Señor es la que reúne todos esos huesos muertos, secos, separados y dispersos; y, después de unidos, los hace volver a la vida. Dios nos manda a escudriñar las Escrituras porque en ellas tenemos la vida eterna y ellas dan testimonio de Jesús (Juan 5:39).
Cuando las leemos simplemente por leer, no ocurre nada en nuestras vidas, es como si leemos el último best seller porque nos lo han recomendado. Pero cuando las leemos con el deseo de conocer más a Dios y hacer su voluntad, iremos cobrando vida puesto que la palabra de Señor tiene poder para transformar y para cambiar nuestras vidas porque "... es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).
¿Por qué muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles y hoy día no podemos hacerlas nosotros? Porque la palabra de Dios cambió sus vidas, los transformó. Vivieron conforme a las enseñanzas que habían recibido del Señor Jesús, dejando a un lado sus deseos personales y el mundo que les rodeaba.
Sobre todas estas cosas, Dios va soplar de los cuatro vientos su Espíritu Santo que nos dará la fuerza y el poder para llevar el mensaje de vida y esperanza. Jesús nos dice: "... El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre" (Juan 14:12).
Una vez que el aliento de vida entró en ellos (v. 10), vivieron, y se pusieron en pie; un ejército grande en extremo. Como pueblo de Dios somos un gran ejército, dejemos que el Señor nos guíe a toda verdad y la Palabra de Dios resucitará a su pueblo.

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