Hace unos días estuve buscando en el trastero algunos muebles y herramientas que no uso desde hace tiempo. Mi sorpresa fue grande cuando pude comprobar que algunos de ellos ya están deteriorados e inservibles, ahora me pregunto ¿para qué los guardé?. Tal vez lo hice por su valor sentimental o pensado que los iba a utilizar en el futuro; la realidad es que no me han servido para nada.
Esto me ha enseñado que las cosas que en un momento dejo de usar no tengo que guardarlas sino que tengo que donarlas para que otros las puedan utilizar porque si las guardo, aferrándome a lo material como a un tesoro, "la polilla y el orín las pueden corromper o los ladrones las pueden robar" (Mateo 6:19) o un incendio las pueden destruir y entonces no serán útiles ni para otros ni para mí.
Lo más importante es que vivamos al día con lo justo y necesario sin pensar en el futuro porque el mañana traerá lo suyo. Esto no quiere decir que seamos negligentes y poco precavidos en nuestro modo de vivir ya que necesitamos planificar nuestra economía doméstica y tener nuestras pólizas de seguros, por ejemplo. Me estoy refiriendo a las cosas materiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario