En los momentos
difíciles, es fácil sentir que Dios nos ha abandonado. Sin embargo, cuando
analizamos las Escrituras, sabemos que eso no es cierto. La Biblia
contiene muchos ejemplos de la ayuda de
Dios para quienes les invocan.
Tal vez estés pasando
por un momento difícil. De ser así, permite que este mensaje te anime a acudir
a Dios como la fuente de ayuda para ti. Él sigue siendo fiel para ayudar a
quien lo busca.
Salmos
120:1-4
A
Jehová clamé estando en angustia,
Y él me respondió.
Y él me respondió.
2 Libra
mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso,
Y de la lengua fraudulenta.
Y de la lengua fraudulenta.
3 ¿Qué te
dará, o qué te aprovechará,
Oh lengua engañosa?
Oh lengua engañosa?
4 Agudas
saetas de valiente,
Con brasas de enebro.
Con brasas de enebro.
¿Cuál
es tu primera reacción ante una experiencia angustiosa?
Las reacciones ante las
dificultades pueden ser diversas: Si estamos enfermos, llamamos al médico; si
tenemos presiones económicas, trataríamos ganar más dinero. Hasta pudiéramos
huir de nuestros problemas, esperando que así desaparecerán. Pero tenemos que
recordar que nuestra ayuda esencial está en Dios.
En el versículo 1, el
salmista pudiera estar refiriéndose a un tiempo en el pasado en que necesitó la
ayuda de Dios. Como Dios lo había ayudado entonces, tenía confianza en
invocarlo otra vez. Aunque no conocemos las circunstancias del autor, parece
estar enfrentándose a algún tipo de crítica o calumnia (v. 2).
¿Cuál
es la respuesta apropiada hacia quienes nos calumnian?
A veces podemos
confrontar, con amor, a la persona que ha divulgado mentiras sobre nosotros. En
otras ocasiones, el vivir de una manera sana mostrará que son falsas las
acusaciones contra nosotros ( I Pedro 3:14-16). Pero a veces es necesario dejar
que Dios les hable a quienes nos están acusando.
Para el autor de este
salmo, su único recurso fue pedir la ayuda de Dios en la liberación de las
mentiras de sus enemigos. Y ese pudiera ser nuestro único recurso también. Así
como el salmista confió en Dios para que le ayudara, nosotros podemos confiar
en Dios para que nos ayude.
Salmos
121:1-8
Alzaré
mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
¿De dónde vendrá mi socorro?
2 Mi
socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
Que hizo los cielos y la tierra.
3 No dará
tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
Ni se dormirá el que te guarda.
4 He
aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
El que guarda a Israel.
5 Jehová
es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
6 El sol
no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
Ni la luna de noche.
7 Jehová
te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
El guardará tu alma.
8 Jehová
guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.
Desde ahora y para siempre.
Los salmistas del
Antiguo Testamento sabían lo que era confiar en la protección de Dios. Era sólo
a Dios y a nadie ni a nada más que el salmista acudía en busca de ayuda.
Los “montes” en el
versículo 1 pudieran ser los montes sobre los cuales se construyó Jerusalén.
Los judíos consideraban sagrados a la ciudad y los montes que la rodeaban, pero
éstos no eran los que podían ayudar a Israel.
El salmista reconoció
que sólo había uno que puede darle la ayuda que necesitaba: Jehová, creador del
cielo y de la tierra. Tan grandes como eran las montañas, la ciudad y hasta el
templo, no eran más grandes que Dios.
Tras haber
experimentado esto, el autor de este salmo prosigue este cántico gradual
hablando de la ayuda y protección que viene de parte de Dios. No resbalarán los
pies de los que confín en Dios (v. 3). Eso no quiere decir que no tendremos
dificultades. Pero cuando ponemos la confianza en Dios, Él nos ayudará a evitar
las trampas y las encerronas del enemigo con que nos encontremos.
Como creyentes, podemos
tener confianza en que Dios nos guardará porque Él no duerme. Nada puede
suceder que Dios no vea. Aun cuando las dificultades de la vida parezcan
aplastantes, podemos apoyarnos en el hecho de que Dios conoce el porqué de todo
lo que nos sucede.
A veces los creyentes
pudiéramos sentir que Dios ya no nos cuida o nos ha olvidado. Aunque la Biblia
no garantiza que jamás nos enfrentaremos a la dificultad, sabemos que Dios está
con nosotros (Romanos 8:35-39).
Podemos afrontar
grandes problemas y dificultades, pero no somos derrotados gracias a la ayuda
de Dios. La comprensión del poder de Dios debe ser alentador para nuestras
vidas. Mientras seamos fieles en servir a Dios, Él nos protegerá en toda
circunstancia de la vida.
Todo el día, en todo lo
que hacemos, Dios es nuestro protector contra todo mal que nos rodee. Y esta
protección no es sólo para hoy; es para siempre.
Salmos
126:1-6
Cuando
Jehová hiciere volver la cautividad de Sion,
Seremos como los que sueñan.
Seremos como los que sueñan.
2 Entonces
nuestra boca se llenará de risa,
Y nuestra lengua de alabanza;
Entonces dirán entre las naciones:
Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.
Y nuestra lengua de alabanza;
Entonces dirán entre las naciones:
Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.
3 Grandes
cosas ha hecho Jehová con nosotros;
Estaremos alegres.
Estaremos alegres.
4 Haz
volver nuestra cautividad, oh Jehová,
Como los arroyos del Neguev.
Como los arroyos del Neguev.
5 Los que
sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.
6 Irá
andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;
Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.
Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.
Muchos eruditos le han
atribuido este salmo al retorno de Israel del cautiverio babilónico, momento en
que el pueblo adoró a Dios como resultado de su liberación de la esclavitud.
Esta noticia era como un sueño para ellos. Reaccionaron con gozo y alabanza,
incluso las naciones vecinas reconocían que el Dios de los israelitas había
hecho grandes cosas por ellos.
Es muy importante que
reconozcamos la bondad de Dios hacia nosotros. Las bendiciones que recibimos no
son fruto de nuestros esfuerzos ni de nuestra capacidad, son resultado de la
gracia y la misericordia de Dios.
Cuando ponemos la
confianza en Dios durante nuestras pruebas, Él nos fortalece y nos libera.
Hasta los no creyentes pueden ver la mano de Dios sobre nuestra vida.
Aunque el futuro nos
parezca poco prometedor, quienes servimos al Señor tenemos que tener la
seguridad de que Dios nos ayudará. La clave es la obediencia. Cuando somos
obedientes a Dios, podemos estar seguros de que Dios nos recompensará también.
Podemos ser fieles a Dios y dejarle a Él los resultados.